Tuesday, December 27, 2011

Tuesday, December 20, 2011

La Verdad os hará Libres...

La Verdad os hará Libres (Juan 8:32)

Estas palabras de Jesús, inscritas en el emblema de la Comunión Anglicana, de alguna manera orientan e iluminan la obra, el ministerio y el testimonio de la Iglesia Anglicana.

Jesús se proclamó a sí mismo como “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14:6). De manera que la mejor perspectiva o materialización de la libertad se encuentra en el testimonio de la propia vida de Jesús de Nazaret. Y, obviamente, aunque Jesús nunca tuvo que enfrentarse a la problemática de la vida moderna, sin embargo, su orientación, su vida y su verdad nos pueden orientar en los momentos más cruciales de nuestra vida personal, social o comunitaria. El vivir según los pasos del Redentor es, en consecuencia, el vivir en “la libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).

Los anglicanos nunca consideran que la libertad pueda o deba ser delimitada minuciosamente o dificultada de alguna forma. Si la libertad conoce un límite, el mismo se encuentra en la vulneración de la libertad del prójimo o de la sociedad. Cuando se coarta la libertad del prójimo o se cercenan sus derechos sin el debido actuar de una justicia íntegra, transparente, e independiente de presiones ajenas a su propio ejercicio, se subvierten los principios, dignidades y derechos más fundamentales que les caben a todos los seres humanos. Ninguna ideología o programa de gobierno, por más altruista que sea puede o debe coartar los principios de la justicia y la libertad individual o corporativa. No hay mejor resumen político sobre el tema que el pronunciamiento de José Artigas, el prócer uruguayo: “Con libertad, no ofendo ni temo.”

Precisamente, a la justicia le cabe un papel preponderante en la defensa de la libertad. Por ello, cuando la administración de justicia se corrompe mediante alianzas extrañas e incompatibles con sus funciones más legítimas, es decir, cuando “el derecho se convierte en amargura y cuando la justicia queda en el suelo” (Amós 5:7), sus mismos actores quedan bajo el juicio y la condena divina. Es necesario recalcar que Dios, quien “juzga justamente” (1 Pedro 2:23), no puede ser engañado y su justicia nunca queda “archivada,” o sus expedientes “perdidos.”

En esta semana en que celebraremos el nacimiento de Jesús, quien ha establecido su trono de paz sobre las bases de la “justicia y el derecho” (Cf. Isaías 9) exhortamos a las autoridades nacionales, las autoridades judiciales y a todos los órganos públicos a recordar sus juramentos, obligaciones y responsabilidades, particularmente en la defensa de las libertades individuales y, muy precisamente, la libertad de prensa y expresión. Ciertas acciones puede redituar “puntos políticos” a corto plazo, pero, la historia de los pueblos comprueba que esta clase de accionar es inexorablemente mezquina y contraproducente pues no sólo se gobierna para el hoy, sino también para la historia. Y si bien se suele afirmar que “el mañana es hoy” no se debe olvidar que “el hoy es también el mañana.”